CROACIA 2013

Resulta aventurado decir que estuvimos de viaje en Croacia, cuando en realidad se limitó a los alrededores de la ciudad de Dubrovnik. Aún así, tengo que titular Croacia esta entrada.




La costa de Dalmacia es muy montañosa y con una infinidad de islas salpicando su litoral. De hecho, Croacia tiene más kilómetros de costa insular que continental. EL suelo es rocoso por lo que la tierra no es muy fértil pero crecen una infinidad de arbustos, pinares y cipreses que la hacen tremendamente verde. Si tuviera que hacer un símil con lo ya visto, diría que es una mezcla de la costa gallega con la costa de las highlands escocesas.



Nos hospedamos en las afueras de Dubrovnik, en un hotel llamado Uvala, en una ladera boscosa y frente a una pequeña cala. 



Dubrovnik, la antigua República de Ragusa. Una ciudad estado que en tiempos perteneció entre otros a la Serenísima República de Venecia, antes de obtener su completa independencia. Dubrovnik es una ciudad medieval rodeada de una férrea muralla, a orillas del mar y bajo la sombra del monte Srd. Su belleza es tal, que se ha ganado el apelativo de “La perla del Adriático”

 

Todas las casas de su interior son de piedra y a pesar de quedar seriamente dañada durante las guerras de Yugoslavia, se restauraron los edificios dañados y ahora mismo luce perfecta y con una limpieza en las calles digna de mención.



Este es el plato típico de la región. La buzarra de mejillones. Dubrovnik es rico en pescado y marisco. Tiene una larga tradición pesquera. 

 

Los camareros del lugar odian los cruceros. Dicen que son manadas de gente que deambulan de un lado para otro sin comprar nada. Afortunadamente, a la tarde, la gente vuelve a sus barcos y aunque sigue habiendo mucha gente, resulta más tranquilo pasear por sus calles.



Es bastante recomendable salirse de las tres calles principales y perderse por las callejuelas mas empinadas de la ciudad. Aquí se puede ver el Dubrovnik menos conocido y mas autentico, donde la gente reside.



Como ya comentaba, Dubrovnik tiene una larga tradición pesquera.



Si se pasea por la parte más próxima al mar, cerca de la muralla, se pueden encontrar un par de pasadizos que cruzan la fortificación para dar a las rocas que se encuentran sobre el mar. Ahí se han levantado unos chiringuitos en los que además de tomar una cerveza puedes darte un chapuzón en las aguas del Adriático.



Frente a la ciudad se encuentra la isla de Lokrum se pueden coger barcos a la isla desde el embarcadero de Dubrovnik diariamente. Nosotros no llegamos a ir pero al parecer esta deshabitada y poseen unas calas muy interesantes.



Era la noche del 30 de junio de 2013 y toda Dubrovnik estaba engalanada con banderas de la Unión Europea. No en vano faltaban unas pocas horas para que Croacia pasara a ser el estado número 28 de la Unión. Algo sorprendente cuando hace unos años formaba parte de la republica comunista de Yugoslavia.



A pesar de ser una zona tremendamente turística, los alrededores no albergan grandes hoteles ni urbanizaciones monstruosas. Se limitan a pequeños hoteles, apartamentos y habitaciones de alquiler.



La zona de alojamiento por excelencia es Lapad, una península montañosa y verde cercana a la ciudad vieja en la que nos alojamos, después de hablar con el hotel y pagar un pequeño suplemento conseguimos una habitación con éstas vistas.



Desde la habitación se veía un mar de un azul intenso. Al ser el fondo del mar de roca, el agua no se encuentra turbia por el fango llegándose a ver el fondo incluso en el puerto.



Las pocas playas de piedra que poseen se abarrotan los fines de semana.



Las puestas de sol desde el hotel eran fantásticas.


El transporte público de la ciudad es bastante eficiente aunque caro y casi todas las líneas acaban en la ciudad vieja. Otra cosa a es la bestialidad de algunos conductores de autobús, en una ocasión llegaron incluso a chocar con la policía.

  

Una de las actividades más usuales de Dubrovnik es ir a visitar sus islas más cercanas, En nuestro caso optamos por ir a ver las islas Elafitas a bordo de un barco que simulaba los antiguos navíos de la República de Ragusa conocido como Karaka.



El barco estaba abarrotado de turistas. Afortunadamente el ambiente era mas relajado que en el crucero que tuvimos que vivir años atrás en República Dominicana.



En nuestro camino hacia las islas nos cruzamos con algún que otro crucero que venia a hacer escala en el puerto de Dubrovnik.



La primera isla que visitamos fue la Isla Kolocep. Nuestra estancia fue tan corta que apenas pudimos disfrutar de ella. Solo recuerdo que el agua estaba tremendamente fría.



La isla de Sipan es la más grande de las tres Elafitas. Es la única que posee carretera y es tremendamente frondosa, repleta de pinares y de olivares, llevando así el sobrenombre de “Isla de oro” por el color del aceite que se produce. Es la que mas me gustó.



Aquí se puede ver lo cristalino de sus aguas.



Por último visitamos la Isla de Lopud Posiblemente la más turística de las tres. El embarcadero estaba rodeado de pequeños complejos hoteleros, restaurantes y chiringuitos. Aquí pudimos desfrutar de algo más de tiempo que en las dos anteriores.



Al otro lado del embarcadero se encuentra una de las playas más famosas de la zona. Imagino que su fama se deberá al hecho de ser de arena ya que, aunque el entorno era fascinante como en el resto, como playa tampoco me pareció una cosa del otro mundo.



De vuelta en Dubrovnik, hay tres cosas que recomiendo no perderse: subir al funicular, recorrer su muralla y dar un paseo de noche. Cuando cae el sol, cientos de faroles iluminan sus calles dándole un aspecto fascinante. A esta hora la ciudad se encuentra mucho más tranquila que durante el día excepto si es fin de semana. Los clubs nocturnos abundan en las callejuelas adyacentes a la principal.



Y a la mañana siguiente nos propusimos subir a la muralla. Su precio es elevado, unas noventa kunas, pero insisto en que merece y mucho la pena.



Si se hace tranquilamente y disfrutando del paisaje es un recorrido que llevará más de una hora lo cual es una cosa a tener en cuenta. En la parte opuesta al mar es donde las defensas son más férreas.



Las vistas de la ciudad desde aquí son estupendas y se puede comprobar que es más grande de lo que aparenta.



Al norte de la ciudad se encuentra el castillo de Dubrovnik. Sorprende que dicho castillo esté fuera del recinto amurallado.



Desde las callejuelas de la parte oriental de la ciudad se puede vislumbrar la fortificación de lo alto de la montaña. Lo siguiente que hicimos fue coger el teleférico que nos llevaba hasta allí.



Desde arriba compruebas lo uniforme que es la arquitectura. Tanto dentro como fuera de la ciudad antigua se ha respetado la estética conservándose los tejados rojos y las casas de piedra.



Me podría aventurar a afirmar, que esta es la puesta de sol más bonita que he visto jamás. Hice infinidad de fotos, antes y después de ponerse el sol, pero esta quizá es la que me salió menos movida.




En lo alto de la montaña hay un pequeño museo y un par de restaurantes. Dubrovnik me ha sorprendido, no tanto por su ciudad que ya me la imaginaba así, como por su entorno, muy montañoso y con un mar espectacular. Sin embargo Montenegro era una completa incógnita para mí y pude desvelarla a continuación.