VIETNAM II

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Hue se encuentra a orillas del río perfume y era la antigua capital imperial de Vietnam hasta mediados del siglo XX. Poseía una ciudadela muy similar a la ciudad prohibida de Pekín, pero que hoy en día se encuentra destruida prácticamente en su totalidad a consecuencia, como no, de la guerra.



Muy cerca de nuestro hotel se encontraba la calle Pham Ngu Lao, repleta de restaurantes en los que se cenaba bastante bien y a un módico precio. También estaba llena de bares de copas,  frecuentados principalmente por turistas.



Al caer la noche, en las orillas del río perfume se forma un mercadillo nocturno en el que se vende todo tipo de artilugios y todo tipo de comida cocinada ahí mismo. Ni que decir tiene que vimos todo tipo de insectos crujientes, que por aquí son todo un manjar. A diferencia de la calle Pham Ngu Lao, aquí éramos prácticamente los únicos occidentales.




Muy cerca de Hue, en las colinas de Cam Ke, se encuentra la tumba del rey Minh. Se trata del segundo emperador de Vietnam y su tumba consiste en un conjunto de pabellones pensados para su otra vida, muy del estilo de las tumbas Ming de China, pero no tan ostentosas. 




El río perfume toma nombre de la cantidad de flores caídas de los árboles que son arrastradas por su cauce. 


 
El río perfume es bastante corto, no obstante, la gran cantidad de precipitaciones que sufre esta zona, hace que a su paso por Hue lleve un caudal considerable. El tono marrón de sus aguas en esta zona es a causa de la arena dragada del fondo, un poco más arriba, que se usa para construcción.


 
A las orillas del rio Perfume está el templo de Thien Mu. Se trata de un monasterio budista, en el que los jóvenes monjes se forman en las directrices del budismo. Al iniciarse, sobre los cinco años, se rapan la cabeza excepto un mechón de pelo en la frente, que deben cortarse si pasados tres años deciden continuar en la escuela.



En el templo Thien Mu se encuentra el coche en el que usó el monje budista (o Bonzo) Thick Quang Duc para desplazarse a Saigón y prenderse fuego (de ahí la expresión “a lo Bonzo”), como protesta al régimen de Vietnam de Sur. He incluido en el margen inferior derecho la foto de tal suceso.


 
No viene mal darse un paseo por el viejo mercado de Hue. Aquí se pueden encontrar cosas mucho mas baratas que en los grandes mercados de Hanoi y Saigón, además de poseer muy buen té, tanto verde de como de jazmín.


 
Cuando comes en los restaurantes de por aquí, entiendes el significado de la frase “Lujo asiatico”.




La ciudadela de Hue debió ser impresionante hace apenas medio siglo, pero hoy se encuentra prácticamente destruida. Solo dos de los aproximadamente cincuenta pabellones que contenía quedaron en pie. Algunos han sido reconstruidos y existe un proyecto para restaurarla entera. 




Tan sangrienta fue la batalla que aquí se combatió, que ante el horror de los miles de cadáveres abandonados por toda la ciudadela, el ejercito americano decidió bombardearla con napalm para borrar todo resquicio de lo que aquí paso, a pesar de los intentos de Vietnam por evitar perder un patrimonio de la humanidad. Lang nos contaba que las zonas en las que el césped crece de un verde más oscuro son en las que actualmente se buscan cadáveres a fin de intentar identificarlos. Tremendo.




A la salida de la ciudadela nos hicimos unas fotos con unas niñas con el traje de recién graduadas y que querían fotografiarse con nosotros como suele ser habitual por nuestro aspecto occidental.

A la derecha de la imagen, Lang. Un hombre maravilloso que ha visto y ha sufrido las mayores atrocidades que puede sentir el ser humano y a pesar de todo es feliz, agradecido por todo lo bueno que le ha dado la vida, que disfruta de sus nietos mientras se entretiene recibiendo gente y dando a conocer su cultura, aun cuando ya no tendría necesidad de ello y sin un ápice de miedo ni rencor en los ojos. Lang, he aprendido mucho de ti, ha sido un verdadero placer haberte conocido.



A pesar de ser una ciudad relativamente grande, Hue resulta bastante tranquila comparado con nuestro siguiente destino, Saigón. La que fuera capital de Vietnam del Sur, ahora mismo no tiene no si quiera la denominación propia de ciudad. Tras la “liberación de Saigón” fue unificada con el barrio chino (Cholon) y Binh Thanh creando la “Ciudad Ho Chi Minh” en honor al que fuera presidente de Vietnam del norte.




Aun así la gente local suele seguir llamándola Saigón y presumen de su pasado ya que era la gran capital del sudeste asiático cuando Bangkok y Hong Kong eran apenas unas aldeas de pescadores.


 
Llama muchísimo la atención la gran diferencia que hay de la gran capital del sur, con su vecina del norte Hanoi. Parece que el capitalismo ha desembarcado en esta zona y a pesar de seguir siendo un país comunista, el centro de Saigón está repleto de tiendas de lujo en las que la nueva y emergente burguesía vietnamita, da rienda suelta a unos caprichos que antaño solo podía ver en el cine.


 
A pesar de su esplendoroso pasado, no queda mucho del Saigón colonial, capital de la Conchinchina francesa. La mayoría de los edificios del centro son de nueva construcción, pero aun así, todavía conserva dos iconos de la época francesa, la catedral de Notredam y la oficina de correos. No pudimos entran en la catedral, pero nos comentaron que no merecía mucho la pena. Después de ver algunas fotos a posteriori, comprobamos que tampoco nos perdimos gran cosa.


 
Sin embargo si que merece la pena entrar en la oficina de correos. Este fue el lugar desde el que todos los enviados a la guerra de Vietnam mandaban sus cables e informaciones al resto del mundo. Hoy en día, una gran imagen de Ho Chi Minh preside el hall central.



En nuestra primera noche en Saigón fuimos a cenar al restaurante Nha Hang Ngon, muy cerca del palacio presidencial. Recomiendo este sitio a todo el mundo que venga a visitar esta ciudad. Nos gustó el hecho de ser un lugar de paso habitual de los propios vietnamitas, aunque teniendo en cuenta sus horarios de comidas, a las horas que pasábamos nosotros solo encontrábamos occidentales. Tanto nos gustó el restaurante, que repetimos algún día más, a pesar que no solemos hacerlo cuando salimos de viaje.




Resulta muy curioso visitar el palacio presidencial. En el se puede visitar desde las salas donde los dirigentes del sur se reunían con los principales países  que les apoyaban, que prácticamente se limitaba a Estados Unidos, hasta el bunker  laberintico de dos niveles de profundidad, por si existía riesgo de bombardeo.





Estas imágenes corresponden al bunker. Si se llegaron a usar estas instalaciones fue a modo preventivo, ya que la potencia  de armamento del norte apenas suponía un problema para el sur. De hecho, la guerra más bien fue una batalla de trincheras, guerra de guerrillas y sabotajes desde el interior. El único daño que sufrió el palacio fue el ocho de abril del 75, cuando un piloto norvietnamita infiltrado en el ejercito del sur lo bombardeo sin causar bajas. Veintidós días después cayo el gobierno sudvietnamita. 



Muy sorprendente fue ver la pagoda del emperador de jade. Tuvimos la suerte de encontrarnos allí en el día quince del mes, que es junto al primero, cuando los budistas vienen a realizar sus ofrendas. 



La pagoda estaba repleta de gente rezando y realizando sus ofrendas de comida y  barras de incienso. Resultaba curioso que el incienso te lo vendieran en mostradores dentro del mismo templo. Y tengo que añadir, que con un tremendo éxito.




Tal era la humareda proporcionada por el incienso, que un gigantesco ventilador ubicado en el techo, era accionado por los monjes para despejar el ambiente. El silencio, la luz, los colores, la neblina, la mezcla de olores, dotaban de gran un misticismo este momento.


 
Próximo al río Saigón se encuentra el mercado de Ben Thahn. Muy típicas son las sastrerías donde hacerse trajes a medida, pero en mi caso no tienen a un cliente muy rentable. Prefiero los puestos de té y de comida.





Al alejarse de las grandes avenidas se puede ver las zonas más viejas de la ciudad. Aquí no ha llegado la especulación urbanística…todavía.


 



Es increíble la cantidad de motos que circulan por la ciudad. Se estima que superan los seis millones, convirtiendo a Saigón en la ciudad mas “motorizada” del mundo. Cruzar una calle es todo un desafío, aunque, a diferencia de otras ciudades vietnamitas, aquí se respetan los sentidos de la circulación y los semáforos. En este caso se trata de un video no una foto. Clicken en él para verlo.

 



Aunque esta zona de Vietnam no se caracteriza por ser un área de grandes inundaciones, una tormenta cualquiera anega todas las calles, entrando el agua en las casas bajas. Están tan acostumbrados a ello que apenas se inmutan.

 



Prosiguiendo nuestro viaje hacia el sur podemos ver las orillas del rio que da nombre a la ciudad, el Saigón. Antaño, estas orillas estaban repletas de locales de mercaderes chinos, que aprovechaban los amarres para comerciar con los barcos que llegaban hasta aquí. Hoy en día casi todos estos locales han desaparecido, pero todavía queda algunas zonas como esta en las que perduran.

 



En el camino hacia el Mekong se encuentra la sede de una de las religiones más curiosas que he podido ver en mi vida, el Caodaísmo. Se trata de una religión que mezcla el  budismo, el cristianismo, el islamismo, el hinduismo, el confucionismo y el taoísmo. Su iglesia es de lo mas peculiar, mezclando elementos de todas ellas y venerando a seres tan dispares como Jesucristo, Victor Hugo, Mahoma, Lenin, etc. A pesar de lo aparentemente disparatado desde nuestro punto de vista monoteísta, esta religión cuenta con unos ocho millones de adeptos en todo el mundo.

 



A unos kilómetros al sur de Saigón se encuentra el delta del Mekong. El Mekong es uno de los ríos más importante de Asia. Tras su nacimiento en las altas mesetas del Tíbet, recorre la península de indochina atravesando las tierras más fértiles de China, Birmania Tailandia, Laos y Camboya, para acabar desembocando en tierras vietnamitas.



Nos desplazamos hasta la localidad de My Tho para allí embarcar en un pequeño bote a motor. My Tho se encuentra a orillas de unos de los nueve brazos del Mekong que forman el delta. Estos nueve brazos han dado el sobrenombre por el que se conoce al río en Vietnam, “El río de los nueve dragones”.






Toda la zona del delta está surcada por miles de pequeñas ramificaciones del Mekong que unen unos brazos y otros. Resulta un verdadero laberinto que es imposible recorrer con la embarcación que traíamos, por eso cambiamos a una pequeña barca de remos manejada, como no, por una mujer local.


 

A los lados de los riachuelos se encuentran numerosas cabañas de agricultores, con sus embarcaderos para amarrar. Proseguimos parte de nuestro camino a pie a partir de aquí.


La tierras situadas en el delta son muy fértiles y muy frondosas y están recorridas por una multitud de caminos, con plantaciones de palmeras y cacao a su alrededor.


 

Estas son las vías de comunicación más importantes por tierra. No conseguimos ver ni un solo coche. Por aquí solo circulan burros, bicicletas y alguna que otra moto.





De vuelta a agua, nos dirigimos de nuevo a My Tho para poner de nuevo rumbo a Saigón por carretera y allí terminar nuestro paso por tierras vietnamitas.


Y hasta aquí nuestro viaje por Vietnam. Nos despedimos con gran melancolía de, sin duda, uno de mis destinos favoritos. Tras tomar un vuelo en el aeropuerto de Ho Chi Minh, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, Camboya. A pesar de ser dos países fronterizos y relativamente pequeños, la llegada a Camboya supuso un gran impacto, ya que experimentamos una gran diferencia cultural, étnica, económica y sociológica.

Pero eso ya es otra historia….